Enfermedades del Liderazgo
por Marcelo Vázquez Avila
Gary Hamel, considerado uno de los expertos en negocios más
influyentes del mundo, adaptó este mensaje al mundo corporativo y ofreció desde la revista Harvard
Business Review los 15 males que pueden afectar a cualquier líder en el
mundo.
1.- La enfermedad de pensar que somos inmortales, inmunes o
de alguna forma indispensables. Para Hamel “el líder de un equipo que
no es crítico consigo mismo y que no está al día con las cosas, que no busca
adecuarse, es un cuerpo enfermo”, padece una “patología del poder y viene de un
complejo de superioridad, de un narcisismo que mira apasionadamente la propia
imagen y no ve el rostro de los otros, especialmente los más débiles y los más
necesitados. El antídoto a esta plaga es la humildad, para decirlo más
sentidamente: ‘soy simplemente un servidor. He hecho lo que era mi deber’”.
2.- Otra
enfermedad es el excesivo “busyness”. Afecta a los que están
inmersos en el trabajo y se niegan la oportunidad del descanso, conduce al
estrés y a la agitación. “Un tiempo de descanso para los que han completado su
trabajo es necesario, obligatorio y debe ser tomado seriamente: pasando tiempo
con la familia y respetando los días festivos como momentos para recargarse”.
3.- Luego
está la enfermedad mental y emocional de la “petrificación”.
Hamel alude a los líderes de corazón de piedra, “aquellos que con el tiempo
pierden su serenidad interior, ya no están alertas ni son desafiantes, y se
esconden bajo una pila de papeles, convirtiéndose en administradores de papeles
y no en hombres y mujeres de compasión. ¡Es peligroso perder la sensibilidad
humana que permite llorar con los que lloran y alegrarse con los que se
alegran!”.
4.- La
enfermedad del excesivo planeamiento y funcionalismo. Afecta al
líder que planea todo hasta el último detalle y cree que con el planeamiento
perfecto las cosas estarán en su lugar. Ese líder, para Hamel “se vuelve un
contador o un administrador de una oficina. Las cosas deben prepararse bien,
pero sin caer en la tentación de eliminar todo tipo de espontaneidad, que es
siempre más flexible que cualquier planeación humana”.
5.- La
enfermedad de la pobre coordinación. Se evidencia cuando “los
líderes pierden el sentido de comunidad entre ellos” y el cuerpo “pierde su
funcionamiento armonioso y su equilibrio”. “Sus miembros no trabajan juntos y
pierden el espíritu de camaradería y de trabajo en equipo”.
6.- Está
también la enfermedad del “Alzheimer en el liderazgo”.
“Consiste en perder la memoria de los que nos nutrieron, fueron nuestros
mentores y nos apoyaron en nuestro camino”, explica Hamel.
7.- La
enfermedad de la rivalidad y la vanagloria. “Cuando las
apariencias, nuestras gratificaciones y nuestros títulos se convierten en el
objeto primario de la vida, nos olvidamos de nuestro deber fundamental como
líderes”, advierte Hamel y recuerda que los líderes tienen que mirar no solo
sus propios intereses sino también los intereses de los demás.
8.- La
enfermedad de la esquizofrenia existencial. De los que viven una doble vida, “el
fruto de la típica hipocresía del mediocre y del vacío progresivo emocional que
ningún logro o título puede llenar. Es una enfermedad que con frecuencia golpea
a los que no están directamente en relación con los clientes y los empleados
‘ordinarios’ y se restringen a los asuntos burocráticos, perdiendo así contacto
con la realidad, con la gente concreta”.
9.- La
enfermedad del chisme, del cotilleo y las habladurías. “Esta es
una enfermedad grave que comienza simplemente o incluso con una pequeña conversación
y toma a una persona, haciéndola ‘sembradora de mala hierba’ y en muchos casos,
un asesino a sangre fría del buen nombre de los colegas”.
10.- La
enfermedad de idolatrar a los superiores. Para Hamel “esta es
la enfermedad de los que cortejan a sus superiores con la esperanza de ganar su
favor. Son víctimas del “carrerismo” y del oportunismo, dan honores a personas
(en vez de a la misión más amplia de la organización). Piensan solamente en lo
que pueden obtener y no en lo que pueden dar, son personas de mente pequeña,
infelices e inspiradas solo en su propio egoísmo letal”.
11.- La
enfermedad de la indiferencia con los otros. Cuando el líder
“piensa solo en sí mismo y pierde la sinceridad y la calidez de las relaciones
humanas genuinas”. “Cuando la persona con más conocimientos no se pone al
servicio de los colegas que menos saben, cuando se aprende algo y se guarda
solo para uno mismo en vez de compartirlo de una manera que ayude a otros,
cuando por los celos o el engaño uno se alegra por ver caer a otros en vez de
ayudarlos o alentarlos”.
12.- La
enfermedad del rostro abatido. “Esta enfermedad se ve en las personas
sombrías y adustas que piensan que para ser serios hay que poner cara de
melancolía o severidad, y tratar a otros – especialmente a los que se considera
inferiores – con rigor, brusquedad y arrogancia”, advierte el autor y sugiere
al buen líder “esforzarse por ser cortés, sereno, entusiasta y alegre, una
persona que transmita alegría por donde pasa”. “Un líder nunca debe perder el
espíritu de humor, alegre e incluso autocrítico que hace a la gente amable
incluso en las situaciones difíciles. ¡Qué beneficiosa es una buena dosis de
humor!”
13.- La
enfermedad del acaparamiento. Del líder que trata de llenar un
vacío existencial acumulando bienes materiales para sentirse seguro. “El hecho
es que no vamos a poder llevarlos con nosotros cuando dejemos esta vida ya que
‘la sábana al viento no tiene bolsillos’ y todos nuestros tesoros nunca podrán
llenar ese vacío. En vez de eso solo lo harán más profundo y más exigente.
¡Acumular bienes solo carga e inexorablemente aletarga el camino!”
14.- La
enfermedad de los círculos cerrados. Cuando pertenecer a un
grupo se hace más poderoso que la identidad compartida. “Con el paso del tiempo
esclaviza a sus miembros y se hace un cáncer que amenaza la armonía de las
organizaciones y causa un gran daño, especialmente a los que tratamos como
externos a los círculos”.
15.- Finalmente:
la enfermedad de la extravagancia o el exhibicionismo. Cuando
“un líder convierte su servicio en poder y lo usa para ganar cosas materiales o
para adquirir más poder. Esta es la enfermedad de personas que insaciablemente
tratan de acumular poder y para este fin están dispuestas a engañar, difamar y
desacreditar a otros, y que se ponen en exhibición para mostrar que son más
capaces que otros”.
Con
este inventario del Papa, Gary Hamel propone una especie de “examen de conciencia
corporativo” para todo líder con preguntas como estas:
1. ¿Me siento superior a los
que trabajan para mí?
2. ¿Demuestro un desbalance
entre el trabajo y otras áreas de mi vida?
3. ¿Confío demasiado en los
planes y no lo suficiente en la intuición y la improvisación?
4. ¿Fallo regularmente en
darme cuenta de que me debo a mis mentores y a otros?
5. ¿Siento mucha satisfacción
en mis gratificaciones y privilegios?
6. ¿Pongo mi propio éxito por
encima del éxito de otros?
7. ¿Fallo al cultivar un
ambiente de trabajo alegre y divertido?
8. ¿Soy egoísta cuando toca
compartir premios y halagos?
9. ¿Me comporto de forma
egocéntrica con los que están a mi alrededor?
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