Una Fábula, la magia del cuento
por Marcelo Vázquez Avila
La obra de Esopo fue recopilada entre otros por Jean de La Fontaine y luego por Félix María Samaniego. En sus fábulas hay una enseñanza moral,
no una doctrina. Ellas recogen experiencias de la vida cotidiana que forman un
conjunto de ideas de carácter pragmático.
Hoy me tomo la libertad de la libre ampliación de una de ellas:
Fábula de la Liebre y
la Tortuga
Había una vez una tortuga
y una liebre que estaban discutiendo sobre cuál de las dos era la más rápida.
Decidieron resolver la discusión con una carrera. Se pusieron de acuerdo en una
ruta y comenzaron la carrera. La liebre salió disparada por delante y corrió
con todas sus fuerzas durante un tiempo. Entonces, viendo que estaba mucho más
delante que la tortuga, pensó sentarse bajo un árbol durante un tiempo y
relajarse antes de continuar la carrera. Se sentó bajo un árbol y en seguida se
quedó dormida. La tortuga pasó arrastrándose y la adelantó, y en seguida
terminó la carrera, quedando como ganadora absoluta. La liebre se despertó y se
dio cuenta de que había perdido la carrera.
Moraleja:
“El lento pero tenaz gana
la carrera”.
Esta
es la versión de la historia con la que todos hemos crecido. Esta moraleja
está en el origen de refranes presentes en casi todos los idiomas como y ha
sido abreviada en refranes en casi todas la lenguas, como el italiano Chi va piano va sano e va lontano o
el inglés You snooze, you lose.
PERO LA HISTORIA NO TERMINA AQUÍ, hay algunas cosas más… y sigue
así:
La liebre estaba decepcionada por perder la carrera, así que se
puso a hacer una introspección. Se dio cuenta de que había perdido la carrera
solamente porque se había confiado demasiado, había sido descuidada y laxa. Si
no hubiera dado las cosas por hechas, no habría sido posible que la tortuga la
venciera. Así que retó a la tortuga a otra carrera. La tortuga accedió. Esta
vez la liebre salió y corrió sin detenerse desde el principio hasta el fin de
la carrera. Ganó por varios kilómetros.
Segunda moraleja:
“El rápido y firme siempre
vencerá al lento y tenaz. Nos es malo ser lento si eres constante, pero es
mejor ser rápido y fiable.”
LA HISTORIA TAMPOCO TERMINA AQUÍ.
…La tortuga se puso a pensar esta vez, y se dio cuenta de que no
había forma de vencer a la liebre en una carrera del modo en que esta estaba
trazada. Pensó durante un rato y después retó a la liebre a otra carrera, pero
por una ruta ligeramente diferente. La liebre accedió. Salieron. Guardando el
compromiso que había hecho consigo misma la liebre de ir rápido todo el tiempo,
salió y corrió a toda velocidad hasta que llegó a un ancho río. La línea de meta
estaba a un par de kilómetros del otro lado del río. La liebre se sentó allí
pensando qué hacer. Mientras tanto, la tortuga pasó a su ritmo, se metió en el
río, nadó hasta la orilla opuesta, continuó caminando y terminó la carrera.
Tercera moraleja:
“Primero identifica tu
fortaleza principal y después cambia el terreno de juego para que vaya bien con
tu capacidad”.
LA HISTORIA AÚN NO HA TERMINADO.
La liebre y la tortuga, para entonces, se habían hecho muy buenas
amigas, y se pusieron a pensar juntas. Ambas se dieron cuenta de que la última
carrera se podía haber corrido mucho mejor. Así que decidieron repetir la
última carrera, pero correr en equipo esta vez. Salieron y esta vez la liebre
llevó a cuestas a la tortuga hasta la orilla del río. Allí, la tortuga la
sustituyó y nadó hasta el otro lado con la liebre a su espalda. En la orilla
opuesta, la liebre cargó de nuevo a la tortuga y alcanzaron juntas la línea de
meta. Ambas tuvieron un sentimiento de satisfacción mayor que el que habían
sentido antes.
La moraleja final:
“Es bueno ser brillante
individualmente y tener facultades importantes; pero a menos que seas capaz de
trabajar en un equipo y coordinar con las facultades de los demás, siempre lo
harás peor de lo normal porque siempre habrá situaciones en las que tú lo harás
regular y otra persona lo hará bien.”
Es de notar que ni la liebre ni la tortuga se rindieron después de
los fracasos. Le liebre decidió trabajar más duro y poner más esfuerzo tras su
fracaso. La tortuga cambió su estrategia porque ya estaba trabajando lo máximo
que podía.
En la vida, cuando nos enfrentamos con un fracaso, algunas veces
es apropiado trabajar más duro y poner más esfuerzo. Pero otras veces lo mejor
es cambiar de estrategia e intentar algo diferente. Y hay situaciones en las
que lo más apropiado es hacer ambas cosas.
La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital.
Cuando dejamos de competir
contra un rival y en su lugar empezamos a competir contra la situación, somos
mucho más eficaces.
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