"Django Unchained" (Quentin Tarantino)




"Django Unchained" (Quentin Tarantino)

por Marcelo Vázquez Avila

Dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana (1861-1865), King Schultz (Christoph Waltz), un cazador de fugitivos alemán que le sigue la pista a unos asesinos, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Terminado con éxito el trabajo, Django prefiere seguir al lado del alemán y ayudarle a capturar a los delincuentes más buscados del Sur. Se convierte así en un experto cazador de recompensas, pero su único objetivo es rescatar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), a la que perdió por culpa del tráfico de esclavos. La búsqueda llevará a Django y a Schultz hasta Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), el malvado propietario de la plantación "Candyland". 

Tarantino lo ha vuelto a hacer... Nos propone un género cinematográfico que podríamos llamar obsoleto para los tiempos que corren y lo adapta a su manera de ver el cine, a su manejo de escribir guiones sobresalientes y con una puesta en escena como nos tiene acostumbrados este excepcional director.

"Django Unchained" es una película que admite distintas valoraciones: para aquellos que nos dejamos empapar por este genio y su magia, sin duda estamos ante una obra maestra, un 9 o 10 absoluto; aquellos que no sucumban a los encantos del director de "Pulp Fiction", podrán gozar de una película digna de un 7 u 8; los detractores de Tarantino, podrán ponerle a parir, pero aún así, es de justicia rendir pleitesía a un trabajo que no puede bajar de un 6, por mucho que se le busquen los puntos débiles.

“Django Unchained” es exactamente aquello que esperas del controvertido y audaz director. Es desmedida, grosera, escandalosa, desagradable, exagerada... Tiene ritmo, ingenio, banda sonora, ironía, tempo a la hora de graduar los diálogos y aderezos cómicos se unen en las extraordinarias secuencias de 'Django desencadenado' un festín visual de primera magnitud.

Porque "Django Unchained" es en primer lugar, la reinvención de un género cinematográfico, el espaguetti-western, al que Quentin Tarantino llevaba guiñándole el ojo durante toda su filmografía. Como el gran amante del séptimo arte que es, desnuda la esencia de un género muy definido y lo empapa de su propia materia prima. Diálogos ágiles y ácidos, cargados de ironía que vuelven la vista atrás a una de las etapas más oscuras de la historia norteamericana. La mirada y el toque tarantiniano ahondan en las raíces de un racismo sangriento que tras pasar por el filtro de su cámara, se torna en un espectáculo que desarma cualquier intento de justificación xenófoba. Su uso de la violencia muestra dos caras en esta nueva obra: por un lado, la tradicional trivialización de la violencia que tan característica es en el guionista y director, una visión alocada y salvaje de la locura sangrienta; por otro lado, Tarantino esta vez sorprende, destapando un nuevo enfoque a su peculiar morbo, buscando el rechazo del espectador. Por primera vez se atreve a despojar de sarcasmo y acidez algunos de los arranques violentos del film, buscando la reacción tensa y frustrada de un público que asiste sorprendido al espectáculo de la irracionalidad.

Aderezado todo ello con una banda sonora que aporta su ración de incongruencia (¿Hip-Hop en el lejano oeste? Por qué no), y su toque de genialidad de la mano de Ennio Morricone. Tarantino lo ha vuelto a hacer: conseguir que salga del cine con una sonrisa de oreja a oreja por haber empleado ciento sesenta minutos de mi vida, en el ejercicio de la magia del cine. Es tan malsana, deplorable y deliciosa como un cigarrillo prohibido…

Nos encontraremos ese toque tan personal que hemos visto otras veces en sus producciones ('Kill Bill', 'Pulp Fiction') en el salvaje Oeste. En una trama sorprendente a lo largo de la película, con unos personajes muy bien desarrollados y elaborados que te meten de lleno en el papel que desarrollan en la aventura. 
El elenco principal de actores es fantástico. Extraordinarios Waltz, DiCaprio, Jackson y Foxx. Ellos reinventan tres estereotipos del género de un modo que hace que cada escena sea sorprendente. Waltz con otro papel secundario a las órdenes de Tarantino que lo borda como ya hizo en su momento como almirante nazi en Malditos Bastardos. Leonardo DiCaprio, Samuel L. Jackson y sobre todo el espectacular Jamie Foxx en el personaje clave de Django, nos dejan con un sabor de boca excelente después de ver sus interpretaciones.

Técnicamente la cinta es una pasada. Fotografía, decorados, montaje, planos fijos y exteriores, desarrollo del guión y la trama... Todo tiene un nivel increíble. Con escenas extraordinariamente bien realizadas, partes de tensión por efectos del guión y algunas líneas del mismo de una potencia que sorprende. Quizás encontremos aquí lo mejor de la película, la escritura de su guión, en los planos delicadamente compuestos, en la introducción de la música en las escenas, en la intensidad de su desarrollo y en la interpretación de un gran elenco de actores dirigidos por un gran maestro.

Una obra cumbre en el cine de Quentin Tarantino que infunde este denso material de tantos toques divertidos, sorprendentes e inesperados, que resulta constantemente estimulante. Da, al por mayor, ese placer especialmente narcótico y delirante que Tarantino todavía sabe crear en cine. 
Un relámpago, deslumbrante, sinvergüenza y emocionantemente vivo.
¿Es 'Django Unchained' excesiva? Totalmente. De otra manera, no sería Tarantino...

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